Sueño hecho realidad

Sueño hecho realidad
Leonid Afremov

miércoles, 5 de diciembre de 2007

LA ODISEA DEL REGRESO

El día empezó y yo dormida como princesa como si la vida no tuviera tiempo, ni horas. Efectivamente me levantaron, no me levante. Llegó Rodrigo (el señor de los departamentos) tocando para preguntar a que hora me iría, le dije que se supone que tendría que estar saliendo ya, pero que me había quedado dormida, así que le agradecí que me despertara y quede de avisarle cuando estuviera lista para irme, para entregar las llaves de mi depa.

Me tome mi tiempo con calma a pesar de la insistencia de mi madre con sus llamadas, mi primo enviando mil zumbidos por el messenger, todos con la esperanza de que me apurara, pero quería disfrutar mis últimos momentos en el lugar. Me recosté un rato y empecé a hacer el colage para subirlo con el último post (Gracias ObSon. Parte II), y después me dispuse a ponerme a empacar. Pasaron las horas y yo no le veía fin a las cosas, poco a poco fui llenando el carro, llenando cada hueco, cada espacio y hasta el lugar menos imaginable. El sol se oculto, el carro se “lleno” y aun faltaba meter la mitad de las cosas del depa, así que me dispuse a ir por mi primo para que me ayudara con algunas cosas. Su expresión al ver el carro fue ¡Dios y todavía faltan mis cosas!, a lo que respondí, faltan cosas mías también. Regresamos al depa…

Continuamos con el intento por terminar y cada vez estaba más oscuro y nuestras mamás no dejaban de marcar, se ofreció a ayudarme pero lo único que estaba logrando es que cada que bajaba a subir algo regresaba más histérico diciendo una y otra vez ¡ya no cabe nada! ¡Deja todo! ¡Ya me quiero ir! y mientras mas histérico, yo mas tranquila diciendo ¡don’t worry! “Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar” y el no me creía que yo seguía encontrando espacios. Baje y cheque todo lo que él me había ayudado a subir, así que no lo pensé dos veces y empecé a sacar lo que él había metido y lo acomode de manera que seguían quedando huequitos y solo le decía es que necesitas ser mujer definitivamente, hay mucho espacio y el solo se histerizaba más y se sentaba a disfrutar su frustración porque yo no dejaba de subir cosas y no lo dejaba que me ayudará porque efectivamente solo yo seguía encontrando espacios donde no los había. Dieron las 8:30 p.m., todo el día subiendo cosas al carro pero al fin logré terminar, era increíble ver todo lo que había metido al carro, no quedaba ningún espacio, ni viéndolo creerían todo lo que había adentro; una enorme maleta que abarcaba toda la cajuela, un colchón, mesa, banquitos, mueble con cajones, carrito para la comida, un bote gigante para la ropa sucia, botes de la basura, cubetas, toda mi cocina (ollas, vajilla completa, cucharas y demás, una torre de vasos, toda la cristalería y demás), mi montón de libros aunque ya mis papás había ido un fin de semana a llevarse la mitad de los libros que tenía, impresoras, el montón de colchas y almohadas, 2 cuadros enormes, el espejo, repisa, una bolsa grande con ropa sucia, un bonche de pantalones acomodados con sus ganchos, 2 bolsas (costalitos) llenos con la comida del refrigerador, congelador y alacena, todas las cosas de la limpieza, mis cosas personales, todo lo del baño, etc., etc., etc., más las cosas de mi roomie, ya que no pudo ir por ellas.

Mi depa quedo vació y yo toda nostálgica, se veía todo solo, triste, sin vida… hasta la luz cambio cuando puse los focos que tenía cuando llegue al principio, una luz tenue y amarilla que resaltaba la tristeza del lugar.


Mi primo, fue por sus cosas, mientras yo, me quede llamando a Rodrigo para entregarle las llaves, media hora y yo estaba sola.

Media hora para despedirme de mi “pequeño lugar”, tomando las últimas fotos con mi celular, terminando el recadito para mis vecinos del 1, recorriendo una y otra vez cada espacio y yo sin ganas de irme, me di cuenta de todo lo que iba a extrañar. No era el lugar, era lo que había significado ese espacio; mi independencia, mi relax, mi tiempo para pensar, para estar conmigo misma… dos etapas, acompañada y sola, el primer mes lleno de alegría por la presencia de mi roomie, los siguientes meses con un poco de soledad pero aprendí a estar sola y a aprovechar esa soledad, crecí y crecí mucho. Permanecí un rato sentada observando, pensando y cayendo en cuenta de muchas cosas, aferrándome con fotografías a todo aquello que no me podía llevar, ¿el tiempo?, ¿momentos?, ¿recuerdos?.

Llegó mi primo, apague las luces, cerré aquella puerta del departamento 5 y cerré también con ella mi etapa en Obregón.

Fui a casa de Rodrigo a entregar las llaves y a despedirme, eso significaba que no había vuelta atrás. Seguí con mi contraste de emociones, tristeza por una despedida y alegría por un regreso. Así que quise disfrutar la alegría por regresar. Las carcajadas no paraban cada que volteaba mi cabeza para ver a mi primo, toda una caricatura, forrado hasta la cabeza de cosas (sin exagerar), yo manejando encima de 3 almohadas, cosas por cada lado, en mi cabeza, al frente, y nada se movía de lo comprimidos que íbamos, no podíamos hacer nada mas que reírnos. Cantando todo el camino, y ansiando ver la Fitosanitaria y el reten del Precos que era el indicativo de estar cerca de casa, guarde precaución desde que salimos ya que iba el carro exageradamente lleno, pero me fue imposible contenerme cuando vi que llegamos a ese punto, así que empecé a aumentar la velocidad 120-140 KM/HR., bastante para el peso que llevaba, no me recargue totalmente de lo emocionada por lo que después me gane una molestia en la espalda, después los cerros de Barobampo y estábamos a nada de llegar a Mochis, llegue a la caseta de San Miguel y marque para avisar a mis papás que ya estábamos por llegar pero que antes llegaríamos a cenar, por fin el “Cerro de la Memoria” y todo volvía a ser familiar. Entramos a Mochis, y llegamos a los Hot-Dogs del “Indio” por elección y presión de mi primo, ya que yo quería ir a los del “Vale”, pero en fin, no iba a perder tiempo en discusiones por comida, si lo que quería era llegar a mi casa. Pagamos con las últimas monedas de mi primo, porque yo no traía ni un peso a la mano y era ilógico pensar en sacarlo de la maleta. Terminamos y nos metimos al Jetta-zip para hacer parada en el Oxxo a comprar mi Jaztea y los cigarros que mi pá me había encargado (su vicio no podía faltar), y nos dirigimos a casa. Por fin en My Sweet CheRios (después de varios meses créanme que hasta el polvo se vuelve miel), y la entrada llena de lodo para no equivocarnos y darnos cuenta que si era Juan José Ríos. Mi casa, al fin en mi casa después de 2 meses sin venir, después de solo tres ocasiones que pude venir a mi casa; llegué pitando hasta que salio mi papá a abrirnos y nosotros sin poder movernos, le marque a mi gordis para avisarle que iba llegando y me baje del carro para saludar a mi papá, en eso iba llegando mi prima Melissa que vive enfrente y se dio cuenta que habíamos llegado así que se fue de volada a saludarnos y a ver el carro maravilla. Tardamos algo en bajar las cosas y mis primos se reían cada que sacaban algo extraño del carro y mi papá decía “¡Hijue madre! Yo no se como le cupo toda esa vaina”. ¿El resultado? El resultado fue cocina, comedor, sala, mesa de billar… todo lleno. La pregunta ¿Cómo cupo todo eso?... que quede de tarea. Fin.


¡Carola’s Back!

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