...uиα мiяαđα нαciα ατяαs. <---

Es increíble como funcionan los matrimonios y en algunos casos, lo que queda de este. Toda mi vida me la pasado en medio de una historia a la cual no le he visto un fin. Tal vez si un fin en muchos sentidos, pero no el fin necesario, y mas que necesario, saludable.

Es fácil entender mi personalidad cada que hago un recuento de lo que ha sido mi vida, a veces añoro las primeras etapas de mi infancia y a veces siento que nunca mas volveré a ser tan feliz como en aquellos días, donde mi mejor compañía era mi abuelo. Momentos en los que yo era el motivo de alegría para alguien, cuando merecía el tiempo y la atención de una persona que no conforme con ser bueno conmigo, también me quería. Recibir el amor de alguien que no me ponía condiciones, que me aceptaba tal y como era, y a pesar de no ser perfecta me defendía como quién fuera un ángel.

Echo una mirada tiempo atrás, recuerdo fríamente el momento en que inicio esta historia… mis papás.

Me veo de niña cohibida, observando cada acto y escuchando cada palabra, registrando en mi memoria cosas que posiblemente nunca olvidare. Mis padres discutiendo y yo parada a un lado intentando asimilar cosas que a esa edad difícilmente un niño, lo haría, y es hasta ahora que me doy cuenta. Es posible que haya sido siempre una niña “extraña”, gran parte de mi vida me pareció que más bien era algo negativo y que no merecía nada bueno, hasta que crecí y llegue a la universidad…

Realmente no quisiera definir a mis papás, aunque los conozco perfectamente, evitare dar detalles para que escribir esto no me cause problemas en mi casa, solo me limitare a las generalidades. Dos personas totalmente distintas, con un carácter e ideología opuesta, con una cultura desigual, que se vio reflejada en su matrimonio, en la educación de sus hijos y en su forma de vivir. Los acuerdos, los compromisos, la responsabilidad, la homogeneidad, nunca fueron estables.

Crecí viendo tres mundos diferentes: el de mi mamá, el de mi papá, y el mío. Lo cierto es, nunca fue fácil pero si enriquecedor. Me dio la oportunidad de conocer y de decidir con la convicción de que era lo que quería para mi vida, aunque esto me costo criticas, regaños, discusiones y el estigma de mi propia familia. Sin embargo, hoy mas que nunca estoy convencida de que fue la mejor elección, porque gracias a eso soy lo que soy.

En un instante mi vida dio un giro y me perdí, en una inmensidad de conflictos que aun no he podido apartar. Un problema que no me pertenece, un lugar que no elegí, una historia que pude vivir más feliz… pero estoy aquí, engrandecida, decidida, fortalecida y con ganas de salir a vivir mi propia vida.

Años de mi vida pase intentando comprender la situación de mis padres, no fue sencillo hacerlo en mi niñez, mucho menos en mi adolescencia cuando mis sentimientos estaban a flor de piel y… sobreviví, deseando nunca repetir lo que en mi casa viví. Todo empezó a cambiar con un trabajo que me encargaron hacer en la universidad (Ver: Análisis Personal) y al compartirlo en clases comprendí muchas cosas, hasta el punto que no pude evitar que salieran algunas lagrimas, lo que siguió después de esto, fue un cambio liberador en mi vida, desde entonces no me he vuelto a rendir, a pesar de que la situación empeora cada vez en mi casa, entre mi mamá y yo, y entre mi papá y mi hermana. “Sé que el sol sigue brillando en un lugar para mí y eso me fortalece”.

Aquel día, esto fue lo que comprendí…

“El sufrimiento tiene sentido si tú mismo te cambias en otro”.

(Un pintura muy especial que inicie y nunca termine, en 1997 cuando tenía 11 años, pero quedo así porque lo representativo y especial, es el tronco en el pasto que estaba en el patio de mis abuelos, la casa en realidad era un tejaban cubierto de enredadera donde estaba el lavadero. Este es el lugar donde tengo muchos recuerdos de momentos felices que pase con mi abuelo).